Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar el alma,
y uno aprende que el amor no significa acostarse
y una compañía no significa seguridad.
Y uno empieza a aprender que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas.
Nadie es tan pobre
como para no regalar una sonrisa,
y nadie es tan rico
como para no necesitar una.
Johana.